domingo, 31 de julio de 2011

PROSA INTIMISTA CON JOSEFA SULBARAN

Y EL POETA PÉREZ CARMONA

Gaspar Velásquez Morillo

Dos significativas personas contrapuestas en personalidad pero unidas por el hecho cultural y la sensibilidad. Era un deleite contar con la suerte que me premió la vida estar con ambos varias horas del día, en varias ocasiones.

-Me siento bien espiritualmente cuando vengo a casa de Josefa, dice en casi imperceptibles decibeles el poeta en confesión del alma.

-Aguarde poeta le respondo, con el mismo timbre de voz, permitámonos escuchar el silencio. Obedientes nos arrellanamos cada quien en su silla en complicidad como si fuéramos a cumplir un ejercicio físico de concentración cuyo instructor es el tiempo.

En tanto Josefa nos escucha y nos brinda una tierna sonrisa ante el pacto que realizamos.

Al cabo del tiempo le abordo: -Sepa poeta que tengo que hacerle alguna introducción a quienes van a leer esto, verdad?

Presto como siempre me responde con una cara risueña y jovial, asintiendo: -claro! Me respondió con un claro! de perogrullo pero sin ínfula de engreído, sino tutela de maestro.

Estábamos sentados cerca de Josefa mientras ella ensimismada desplegando su abanico de colores sobre el lienzo en su rincón de trabajo, quizás en su quehacer nos escuchaba pero no intervenía pero la sentíamos como si estuviéramos conversando con nosotros.

Por Josefa hablaban sus cuadros y los motivos de cada uno. Donde tendiéramos la mirada estaba una expresión del arte, del arte espiritual y del arte de las manos, quién dirigiría a quien.

Aunque no le hice la introducción a estas líneas, menos me acordé de William Fualkner ni de García Márquez y sus planos temporales, creo que no fue necesario, pero no se lo di a leer a él. El siempre fue generoso en sus juicios sobre mí y si no lo fuera no se iba a desvanecer mi admiración literaria por él.

A los dos orfebres de su arte particular les encantaban la música de cuerdas, popular o clásica, se extasiaban con los compases, era como dar tregua al cuerpo y paz al cerebro en medio de la conflagración que establecían tantas ideas quienes pugnaban por expresarse primero que el día no alcanzaba, era la guerra de los días, de tantos días, de todos los días. Fueron fecundos.

El Poeta en su febril juventud y sus tertulias caraqueñas codeándose con lo granado del mundo cultural de los años 70. Una fecunda alforja con libros y vivencias. Sobre su retorno a Trujillo, no recuerdo que me respondió pero debió darme alguna respuesta válida. Si repito yo lo que expresó el poeta turco Nazim Hikmet en unos de sus poemas, “Hay dos cosas que nunca olvida el hombre, el rostro de su madre y el pueblo donde nació”.

A mi me venía a la mente muchas preguntas sobre los padeceres de Ernest Hemingway así como sus aventuras aplaudidas por el éxito en varios continentes para hacerse lo que es y lo que fue. Ah! Paris es una fiesta, es un brindis con final abierto, les parece?

Pero desde un punto geográfico se pueden sobrepasar las colinas y también viajar a los confines del mundo. Pregunto: -Por qué no?

Josefa seguía pintado, de repente viajaría en su silencio por quebradas, valles, montañas y llanuras, o viajando a encantados y lejanos lugares buscando más espectros multicolores de verdes y encantando nubes, ambientando personajes y personas.

Me preguntaba como podrán buscar y conseguir sus mundos, Josefa pintando con palpitante furor y el Poeta leyendo con frenesí. Ambos parturientes de sus propios mundos procrean para endulzar almas...

El poeta traía al presente e hilvanaba anécdotas provocadoras de risa y del mundo de la alegría y la pintora bastaba ver sus vibrantes cuadros para interpretar y saber su lenguaje.

La casa de la pintora de Los Cerrillos estaba en el registro de vuelo de las aves, conseguían allí a su descanso de ida y vuelta, agua y alimento, para luego continuar a su destino y la gratitud de la bondad recibida era trinar y trinar y extender sus alas para mostrar el colorido esplendor de sus alas.

“Patria no es el amor ridículo que se siente al suelo que se pisa si no el odio que se siente a quien la agrede” esta es la dimensión conceptual y lingüística de José Martí a quien complementamos con afirmar que a pesar de haber visitado casi toda Venezuela digo que los paisajes de Trujillo ni por serigrafía tienen símil, son ellos y nos envuelven en nostalgia enternecedora que cuesta partir a otras latitudes.

Nos quedamos sentados Josefa, el Poeta y mi persona hablando y compartiendo nuestro respectivo el lenguaje del silencio, las personas así también se entienden.

Algún día conversaremos de nuevo…

gaspar_velasquez@yahoo.es

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